Salvador J-Donaire expone en la Pinacoteca Eduardo Úrculo de Asturias

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El artista plástico Salvador Jiménez-Donaire, quien formó parte de la decimoquinta promoción de jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, expone en la Pinacoteca Municipal de Langreo Eduardo Úrculo, en Asturias, Tiempo mineral, como resultado del Premio certamen Nacional de Artes Plásticas Art Nalón. En esta muestra, Jiménez-Donaire explora temporalidades perpendiculares a la aceleración; la búsqueda de otros ritmos de operar y percibir que posibiliten una experiencia del tiempo más consciente. Eso que Luciano Concheiro denomina “cronopolítica”: un pensamiento político del tiempo, una forma de resistencia tangencial a las lógicas de rendimiento actuales (más velocidad = más producción/consumo).
El objetivo último de este proyecto expositivo sería escrutar estrategias de creación que se alejen de esas inercias de la prisa, como la repetición de gestos manuales o mark-making, la contemplación o la ralentización deliberada de los procesos creativos. Esta apología de la lentitud plantea el tiempo como factor determinante para relacionarnos con la imagen. La espera como lugar desde el que mirar. En alemán, la etimología original de «warten», esperar, significaba “mirar a algún lugar, dirigir la atención hacia algo, atender…”.
Tiempo mineral hace referencia a un tiempo geológico, evocando otras cadencias y temporalidades que en la actualidad se ven bloqueadas por la imposición de aceleración y optimización descritas. Las obras presentadas actuarían así como contraimágenes, ese tipo de producción artística que, como describe Juan Martín Prada, rechaza establecer con el espectador una relación de mera instantaneidad, asumiendo configuraciones visuales emisoras de una luz más lenta, más densa, exigente de una digestión óptica prolongada. En oposición a nuestra realidad virtual, cada vez más incorpórea e instantánea, todos las obras planteadas ensalzan la fisicidad de los materiales –alabastro azul, punta de oro, pigmentos minerales como el lapislázuli y la sodalita o naturales como tierras islandesas y piedras pizarras– y son generadas a partir de procesos de trabajo manuales e intencionadamente despaciosos. A través del trazado manual, iterativo y paciente de líneas verticales y horizontales, el soporte se convierte en una suerte de registro del tiempo. Hibridando lo gráfico y lo pictórico, lo escultórico y lo instalativo, las obras expuestas, una treintena de esculturas (<40 cm) y pinturas y dibujos de pequeño y gran formato (30 x 30 cm; 150 x 150 cm), están realizadas en soporte madera, papel japonés y piedra.

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